Solemos ser muy cautos a la hora de anunciar los resultaos de cualquier nueva investigación científica, y especialmente si ésta se refiere a temas relacionados con la salud. El motivo es que no todo el mundo comprende la forma de trabajar en ciencia; especialmente los medios de comunicación de masas, que suelen redactar espectaculares titulares en los que tan pronto se anuncia la cura del cáncer para el próximo mes, como se vaticina el final de nuestra especie en pocas décadas por una alarmante disminución de la fertilidad masculina.
Un resultado excelente en un primer experimento con humanos sobre un nuevo medicamento puede fácilmente tornarse en un método ineficaz para su utilización generalizada, de igual forma que un resultado mediocre puede desembocar en un gran avance tras las modificaciones y ajustes pertinentes. Por ello, es muy importante comprender a que niveles y con que plazos se trabaja cuando se está desarrollando un nuevo tratamiento que, al fin y al cabo, sigue el mismo método que cualquier otra investigación científica.
En este sentido debe ser tomada la noticia que traemos hoy a la Ciencia y sus Demonios: un equipo español ha obtenido unos excelentes resultados en las primeras pruebas con humanos de una vacuna contra el VIH.
Hace dos años comenzó un ensayo en 30 voluntarios sanos (24 tratados con la vacuna y 6 con placebo), en un estudio a doble ciego. La vacuna se desarrolladó a partir de un virus similar al que se utilizó para elaborar la de la viruela (Vaccinia virus), a cuya secuencia genética se incorporaron cuatro genes del VIH (Gag, Pol, Nef y Env). Los resultados, que aparecen en la versión online de las prestigiosas revistas Vaccine (García et al., en prensa) y Journal of Virology (Gómez et al., en prensa), muestran que cerca del 95% de los voluntarios presentaron una respuesta de anticuerpos frente al HIV. Estas respuestas se mantuvieron durante más de un año tras la primera vacunación y no reportaron efectos adversos distintos a los habituales en cualquier vacuna, siendo principalmente de tipo local en la zona de la inyección.
Sin embargo, es demasiado pronto para saber si esta reacción significa un potencial de defensa ante la infección por VIH y una capacidad terapéutica en personas infectadas. El próximo estudio, en fase II, se realizará con otros 30 voluntarios VIH positivos, cuyos resultados no se conoceran hasta dentro de un año.
En este punto es importante recordar que los primeros ensayos con cualquier nuevo candidatos a medicamento comienzan con ensayos en animales de laboratorio. Los resultados pueden indicarnos la potencialidad de un fármaco o una vacuna, pero los resultados no pueden extrapolarse directamente a nuestra especie, por lo que antes de aplicarse deben ser probados en humanos bajo un estricto protocolo. Este protocolo se encuentra dividido generalmente en cuatro fases cronológicas, que son las que constituyen un ensayo clínico:
Fase I: Se realiza en un pequeño número de voluntarios sanos, con el objeto de determinar la posible toxicidad del fármaco y calcular la dosis más segura sin crear efectos secundarios nocivos. También se analizan otros factores, como las respuestas generadas por el medicamento. Los resultados del ensayo que nos ocupa corresponden a esta primera fase.
Fase II: En caso de que el primer ensayo obtenga resultado positivos, el nuevo fármaco se dispensa a voluntarios que presentan la enfermedad, también en pequeño número, generalmente por debajo de los 100 individuos. Esta fase busca obtener los primeros resultados sobre la efectividad del medicamento, así como detectar otros efectos adversos inadvertidos en la fase I.
Fase III: En caso de superar también la fase II, se inicia un ensayo mucho más amplio, llevado a cabo generalmente por varios equipos médicos y abarcando miles de pacientes. El objetivo de la fase III es medir, al igual que en la fase anterior, la relación entre eficacia y reacciones adversas con un número mucho mayor y, por lo tanto, más representativo de casos. En caso de existir otros tratamientos, en esta fase se comparan sus resultados con los del nuevo fármaco, con la intención de determinar si su efectividad es mejor que el tratamiento habitual.
Fase IV: Esta última fase se lleva a cabo cuando el medicamento ya ha sido comercializado y se dispensa con normalidad. El objetivo es buscar reacciones adversas no detectadas y evaluar la eficacia a largo plazo.
Independientemente, existen un par de factores importantes en las dos primeras etapas del ensayo clínico:
Grupos de control con placebo: en el grupo de voluntarios, algunos son tratados con placebo (sustancias inocuas farmacológicamente inactivas), con el objeto de descartar reacciones positivas que únicamente se deben a factores psicológicos ante el conocimiento del paciente de que está siendo tratado contra la enfermedad.
Estudios a doble ciego: tienen el objetivo de eliminar en la mayor medida posible el sesgo subjetivo tanto del paciente como del investigador. En un ensayo a doble ciego, ni unos ni otros conocen quién está siendo tratado con placebo y quién con el medicamento real.
La vacuna española muestra mejores resultados en la fase I que el mejor candidato a vacuna hasta el momento: la que se está probando en Tailandia en un ensayo en fase III en más de 16.000 personas, donde la eficacia apenas alcanza un 31%. Sin embargo, a pesar de tan halagüeñas noticias, los propios investigadores invitan a la prudencia tal y comentábamos más arriba. Los resultados demuestran su seguiridad y la producción de defensas ante el virus en forma de anticuerpo (objetivos del ensayo tipo I), pero aún es pronto para saber si se genera una protección real frente una infección por VIH. Habrá que esperar a las fases II y III para obtener una respuesta a tan importantísima pregunta.
Referencias
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Serie “VIH/SIDA“